Las organizaciones políticas mayoritarias de oposición venezolanas no podrán ‘resucitar’ dentro del sistema de partido hegemónico que Nicolás Maduro está construyendo en el país, el cual no permite la competencia real, según afirmó el politólogo Luis Salamanca.
Esa situación, de acuerdo con el también profesor, permite visualizar con mayor claridad hacia dónde apunta Maduro: el establecimiento de un sistema neodictatorial.
“Se trata de un nuevo tipo de dictadura. Y es dictadura por dos razones: porque el origen del poder es espurio, ilegal, inconstitucional y no está consensuado como la Constitución lo establece. En 2018 el gobierno de Maduro hizo un montaje para que solo se presentaran los partidos a los que podía derrotar. Igualmente, las elecciones del 6D se hicieron bajo una degollina de partidos opositores para ponerlos al servicio del régimen. Por otra parte, Maduro ejerce el poder de una manera súper arbitraria y súper abusadora, haciendo todo lo que le venga en gana sin que nadie lo controle o limite, más bien recibiendo el apoyo del TSJ, del alto mando militar, la Fiscalía y ahora de la Asamblea Nacional”, dijo.
Para Salamanca, la destrucción de los partidos políticos democráticos viene ocurriendo en Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez a Miraflores. Uno de los primeros pasos fue quitarle su característica de ser un sujeto de la voluntad estatal que puede interactuar con el Estado, dejándolos como simples agrupaciones con fines políticos. Posteriormente, se eliminó el financiamiento público de los partidos. Esta última decisión, recordó el experto, no fijó controles para el manejo de los recursos por parte del partido de gobierno. “Ya sabemos lo que ha hecho desde 1998. El régimen hizo del Estado un coto privado, un botín que usó y agotó”, precisó.
A la carta
En su opinión, Chávez sentó las bases constitucionales para la progresiva eliminación de los partidos democráticos y Maduro llevó a cabo la liquidación, por temor a perder el poder. “Maduro, en lugar de derogar el sufragio, que era lo que hacían los clásicos dictadores, proscribió los partidos opositores que le pudiesen ganar”, aseguró.
Por esta razón, la Mesa de la Unidad, Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular, entre otros, son sometidos a procesos de ilegalización y de usurpación de sus autoridades. Salamanca puso como ejemplo lo ocurrido con Acción Democrática, cuando sus principales dirigentes fueron sustituidos por militantes más cercanos al régimen de Maduro. “El A.D. que participó en estas elecciones está vaciado de su contenido fundamental. Solo le que queda un cascarón vacío. Maduro lo hace porque sabe que el A.D. de Henry Ramos no participaría en esas elecciones. Igual pasa con Primero Justicia; solo le devuelven la persona jurídica a PJ porque Henrique Capriles asomó la posibilidad de participar. Allí se ve la manipulación que tiene Maduro sobre las instituciones”, destacó.
Considera que Nicolás Maduro elige a sus contrincantes como si se tratara de un menú a la carta, pues, mientras proscribe a las organizaciones que estima lo pueden derrotar, promueve la legalización de otras para que participen en las elecciones y así decir que compitieron cientos de partidos opositores. “Pero en realidad no existen, son de maletín. Más bien le sirven de comparsa legislativa y a ellos le dan migajas”, aseveró.
A partir de la premisa de que los partidos políticos son el sostén de la democracia, se le consultó sobre la posibilidad de que exista una especie de campaña global en América Latina para desprestigiarlos y, en consecuencia, acabar con ese sistema. Salamanca no cree que en Venezuela haya ocurrido eso. “Creo que en América Latina, y en especial en Venezuela, los llamados partidos tradicionales dejaron de cumplir con su papel, había una queja por el incumplimiento de sus promesas y por tanto incumplirlas terminan desacreditándose solos, lo cual es aprovechado por los pescadores en río revuelto”, precisó.
Incertidumbre
La gran pregunta que se debe hacer, de acuerdo con Luis Salamanca, es si habrá salida para Venezuela. Hasta el momento, hay una gran incertidumbre sobre este tema, entre otras cosas, porque Maduro ha bloqueado la salida democrática representada en elecciones libres. “Al taponear las vías constitucionales, el país entra en un callejón sin salida”, agregó.
No obstante, explicó que se han venido buscando otros mecanismos, como la negociación, la cual puede ser voluntaria o forzada. En su opinión, en Venezuela debe ser forzada por alguien que tenga más fuerza. En este sentido, considera que ese actor debe ser la oposición.
Sin embargo, en opinión del politólogo y profesor, las fuerzas políticas democráticas quedaron debilitadas en 2020 al perder la Asamblea Nacional. Salamanca estima que debieron participar en los comicios del 6 de diciembre para tratar de no perder el terreno ganado. “Decidiste no participar porque no había condiciones, pero ¿cuándo te las dan las dictaduras?”, preguntó.
Otras salidas que no descarta son la militar, un fallo de la Corte Penal Internacional, una intervención y, la más peligrosa, una revuelta popular.
Sería un éxito
Ante la próxima instalación de la Asamblea Nacional, electa el pasado 6 de diciembre, hay expectativas sobre el futuro de Juan Guaidó como presidente de Venezuela. El argumento empleado para que se mantenga en el cargo es que ese parlamento surgió de unos comicios viciados y, por lo tanto, aplica la continuidad administrativa. “Jurídicamente es posible que eso se pueda salvar, porque si uno dice que el órgano nació mal, constitucionalmente hablando, entonces no existe y, por tanto, rige la anterior directiva”, explicó.
Salamanca no dudó en afirmar que en Venezuela ni el gobierno ni las instituciones, todas en manos de Maduro, van a aceptar ese argumento, por lo que habrá que esperar y ver cuál será la reacción en el mundo.
“Hay cerca de 60 países que reconocieron a Guaidó. Si logra que esos países reconozcan su continuidad como presidente de la Asamblea Nacional, sería un éxito”, manifestó, al recordar que Guaidó fue reconocido como presidente de Venezuela porque ocupaba el máximo cargo en el parlamento.
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