En la guerra, un pelotón puede tomar una determinada posición estratégica. Sin embargo, para mantenerla es imprescindible que otras unidades le suministren apoyo logístico. Esto también es valedero en la política. Un candidato difícilmente puede ganar contando solo con la intención del voto reflejada en encuestas. Mucho menos podrá gobernar sin acuerdos políticos, sobre todo cuando se enfrenta a un régimen inescrupuloso como el que tenemos. Analistas y opinadores más calificados lo han dicho, entre ellos el distinguido Ramón Guillermo Aveledo, pero hay que insistir.
Por razones que la razón no entiende, algunos de nuestros candidatos a las primarias pareciera que no lo practican. Proliferan las descalificaciones abiertas y las zancadillas a hurtadillas a los competidores. Por esa vía quizá puedan ganar en las primarias, pero les será cuesta arriba vencer en la presidencial, así como mantenerse en el poder durante el período constitucional.
El régimen hace trampas inhabilitando candidatos y cuando no tenemos testigos en las Mesas electorales; si se siente derrotado, apela al Tribunal Supremo de Justicia, al Consejo Nacional Electoral (CNE) y a la intervención de algunos militares de Plan República. También, desestimulando el voto. Los demócratas solo tenemos en nuestras manos evitar la trampa en las Mesas, para lo cual requerimos testigos bien formados y con carácter para enfrentar los abusos, así como convencer a los electores que sí se puede ganar a pesar de los obstáculos.
Desde luego esto no es fácil. Como lo evidencia el trabajo realizado por el Observatorio Electoral Venezolano, entre el 2006 y 2010 el CNE creo 886 nuevos Centros Electorales en parroquias tradicionalmente rojas, versus 418 en las de tendencia opositora. Esta situación se agravó entre el 2010 y el 2015, cuando creó 1470 Centros en zonas rojas y solo 311 en las de influencia opositora. El 83 por ciento de los nuevos Centros son de una sola Mesa electoral. Evidentemente, ello le facilita al oficialismo amedrentar tanto a testigos, como a electores, y a los partidos demócratas se les dificulta tener representantes.
Los totalitarios hacen su trabajo perversamente bien. Los demócratas tenemos que reconocer nuestras fallas y enmendarlas. Un error ha sido crear la expectativa de que siempre hemos sido mayoría y que el régimen manipuló las máquinas. Es lógico que quienes participamos y los que presenciaron las marchas de hasta casi un millón de personas entre el 2002 y el 2004 estuviésemos convencidos de eso. No tomamos en cuenta que la demora del CNE en convocar el referendo revocatorio y las Misiones creadas por Chávez jugaron a su favor. Allí nació el mito de que las máquinas estaban manipuladas. Realmente, nunca ha habido diferencias entre las papeletas emitidas y el resultado arrojado por las máquinas. Hay que reconocer que no hemos tenido testigos en un elevado porcentaje de las Mesas, se dice que en un 30 por ciento, sin desconocer que Chávez tuvo un carisma que atrajo votos de la población menos favorecida. Este no es el caso de Maduro, quien tiene un rechazo general.
Si algunos candidatos se siguen descalificando entre ellos, será difícil que quien gane las primarias tenga el apoyo del resto para la presidencial, sobre todo para que contribuyan aportando testigos de Mesas. Además, para poder gobernar tendrá que contar con el soporte de los otros y llegar a acuerdos con el PSUV y con la Fuerza Armada. Es imprescindible que algunos dejen la arrogancia. Tienen que estar conscientes de que un nuevo gobierno enfrentará la protesta de los desplazados y las demandas de casi el resto de la población.
Será necesario mucha ayuda humanitaria, crear empleos y reactivar la industria petrolera que es prácticamente la única que genera divisas. La recuperación de Pdvsa pasa por contar con el personal existente, cambiando solo la directiva y algunos gerentes generales. Posteriormente, el sector político decidirá si se debe o no mantenerla como empresa del Estado. Desde luego, hay que deslastrarla de filiales y empresas no relacionadas con el negocio de los hidrocarburos y enjuiciar a los corruptos. El sector agroindustrial es relativamente fácil de reactivar y es una importante fuente de empleo en el medio rural. La mayor dificultad estará en las ciudades, en donde las protestas son muy peligrosas.
Ese nuevo gobierno tendrá que tomar medidas difíciles de digerir y la situación económica tardará en mejorar. Esas medidas tienen que ser aplicadas gradualmente. En la industria petrolera hubo varios ejemplos de gradualidad: cuando se nacionalizó, Pdvsa pasó de 14 empresas filiales a solo tres sin afectar las actividades, cuando Pdvsa asumió el Instituto Venezolano de Petroquímica tuvo que salir de parte del personal, lo cual se realizó sin traumas y cuando el ingeniero Julio César Carrozo, gerente de Palmichal, emprendió la recuperación de la cuenca del rio Morón, manejó adecuadamente la situación de los campesinos ubicados en esa zona.
¿Podrán los candidatos a las primarias bajar el tono de las desavenencias y, además, aceptar que para ganar la presidencia y mantenerse durante el período constitucional deben comprometerse con un Plan País y no inventar cada quien su plan? Ojalá no se aplique aquello de que no hay peor sordo que quien no quiere oír. Desde luego, aquí cumplimos las recomendaciones de la Academia de la Lengua Española, por lo que están incluidas las dos valientes candidatas, María Corina Machado y Delsa Solórzano.
Como (había) en botica: Miguel Alfonzo, candidato del chavismo a rector de la UCV debería usar un lenguaje de altura y no inventar conspiraciones por la suspensión de las elecciones de la semana pasada. ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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