Una pequeña flotilla, conformada por cinco lanchas a motor, partió, la mañana de este viernes, rumbo a la isla de Cuba. La agrupación, en la que viajan ciudadanos cubano – estadounidenses, busca acercarse lo más posible a las costas de la nación caribeña.
La flota, que zarpó desde el puerto deportivo de Bayside en Miami, al sur de Florida, en Estados Unidos, está integrada por civiles que no portan armamento alguno y que pretenden solidarizarse con los miles de cubanos que, desde el 11 de julio, protestan contra la dictadura de Miguel Díaz-Canel.
Aquel domingo, Cuba se convirtió en un polvorín, luego de que miles de personas salieran a las calles de unas 40 ciudades, con el objetivo de exigir democracia.
Los manifestantes denunciaron, además, el colapso del sistema de salud, los cortes de electricidad, la escasez y racionamiento de alimentos, y el aumento descontrolado de los casos de COVID-19.
En respuesta, la tiranía cubana llamó a sus partidarios y les instó a enfrentar a los que protestaban. El régimen también actuó con sus Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), un temible escuadrón de choque que ha sido bautizado con el mote de “los boinas negras”.
De acuerdo con cifras no oficiales, la brutal arremetida se ha sellado con la detención y/o desaparición de más de 500 individuos. Por otro lado, periodistas independientes aseguran que la represión ha provocado la muerte de un número indeterminado de personas.
Según familiares y amigos, muchos de los arrestados están siendo sometidos a juicios sumarios, en los que se les condena a prisión, sin que se sigan las normas propias del debido proceso. Varios de los sentenciados han sido imputados por la aparente alteración del orden público.
Con tal escenario como telón de fondo, José Portieles, un cubano – estadounidense que colabora con la flotilla, indicó que, al navegar hacia la nación insular, “también queremos llamar la atención sobre el gobierno de Estados Unidos de que tiene que hacer algo”.
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