Una nueva constitución para Venezuela.
Nuevo comienzo, Nuevas reglas.
La crisis venezolana ha dejado en evidencia las fallas estructurales de su estado y la disfuncionalidad de su sociedad. A tal punto que, Venezuela como idea de nación ha dejado de existir, la atomización entre los venezolanos, es tal que, incluso dentro de los grupos incluidos en la dicotomía de Gobierno y Oposición, no existen acuerdos suficientes para ejercer la democracia de forma ordenada. No hay consenso sobre lo que deberíamos ser, pero aún más grave, no hay un acuerdo sobre lo que somos.
Otros países han enfrentado crisis económicas tan severas como la nuestra, incluso procesos de guerra que también han destruido su estado, pero la sociedad ha encontrado caminos para solventar la crisis y crear condiciones para el progreso. La modificación de sus leyes ha sido una constante.
La constitución sí es parte del problema
¿Por qué llegamos hasta acá? A pesar de los terribles resultados, la actual constitución venezolana es defendida incluso por quienes históricamente han adversado al chavismo. Algunos de los argumentos señalan que la constitución no es el problema si no la falta de su cumplimiento, y se ignora que precisamente la composición de la constitución debería garantizar su propio cumplimiento.
Claro que la falta de voluntad, la corrupción, el auge petrolero, la ineficiencia son parte del problema. Pero, asegurar el cumplimiento de algo es precisamente el objetivo de cualquier contrato.
Es poco probable que ese haya sido el propósito central de sus redactores, la constitución del 99 fue un instrumento político, enmarcado dentro de una narrativa partidista en la que la vocación del estado es principalmente distribuir una riqueza que hoy no existe.
Un país distinto requiere un nuevo acuerdo
Las condiciones económicas, sociales y demográficas de la Venezuela de los años 99 eran radicalmente distintas. Hoy no contamos con una industria petrolera fuerte, y probablemente jamás podremos volver a ese modelo. El petróleo esta encaminado a reducir su valor, el oro negro es cada vez más negro y menos oro.
Nuestra idea de país se construye sobre la base de la riqueza petrolera, y sobre ese mito de riqueza también nuestras leyes, costumbres, expectativas y sueños. Reconstruir el país necesita un nuevo contrato que acompañe este cambio necesario de paradigma, que nos permita refundar nuestra economía y reencontrarnos como gentilicio.
Una vía factible para salir del atolladero
Además del asunto económico, la crisis política es un obstáculo que impide encontrar las soluciones que Venezuela necesita, al mismo tiempo nuestra actual constitución no cuenta con mecanismos para una solución en el mediano plazo. En parte, nuestro conflicto es existencial porque así funciona nuestro sistema, quien tiene el poder decide si acata o no las reglas, el balance no es posible. A continuación, se mencionan algunos argumentos prácticos en favor de la redacción de un proceso constituyente:
Garantías
En el marco del diálogo en México, la formulación de una nueva constitución podría representar una alternativa para superar las barreras que les impiden ceder a las partes, reglas que ofrezcan garantías y promuevan la solución pacífica de conflictos.
Consolidación democrática
El proceso de diálogo enfrenta retos complejos, factores externos más radicales, cambios en el contexto económico o político, podrían afectar las condiciones que mantienen a las partes sentadas. Pero además el proceso es un campo minado, el riesgo per se podría impedir que se trabaje sobre soluciones que son imperativas. Una Asamblea Constituyente electa como producto del diálogo, podría consolidar la alternativa pacífica y democrática.
Legitimidad
La implementación de los acuerdos alcanzados en el dialogo podría no contar con las bases legales necesarias, un primer problema es que la actual Asamblea Nacional electa en 2020, el CNE y el TSJ no cuentan con el reconocimiento de la comunidad internacional ni parte de la dirigencia política venezolana. Revertir el rompimiento del hilo constitucional e integrar a toda la sociedad venezolana, parece un objetivo imposible, o al menos distante.
Efectividad
Una nueva constitución podría asegurar que la transición inicie de inmediato y se generen acuerdos rápidos que faciliten la superación de la crisis, pero además compromete a las partes a transitar un camino, en el que generar acuerdos es factible, y en el que ninguna de las partes puede imponerse sobre la otra.
Reunificación Nacional
La redacción de una nueva constitución podría actualizar nuestro relato como nación, es una oportunidad para crear una Venezuela nueva, que nos permita encontrarnos en lo que hoy somos y crear las condiciones para que podamos trabajar juntos en lo que queremos ser.
¿Qué modelo de gobierno necesitamos para salir de este atolladero? Esta sería la tarea de quienes hoy lideran a la oposición, sin embargo, me atrevería a mencionar tres áreas hacia donde deberíamos apuntar: Parlamentarismo, Descentralización y Libertad Económica.
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